El Destete

Cuando ocurrió el destete Samira tenía 6 meses; no opuso resistencia, fue como si no le importara.

El punto de comparación que tenía era con mi hija mayor. Diana fue amamantada hasta los 8 meses, y en el destete se resistió muchísimo. Esto debió encender alguna alarma en mí.

Sin embargo, cuando la llevaba al pediatra y le decía a él mis inquietudes acerca de la seriedad de Samira o su desatención a ciertos objetos y juguetes, su repuesta era que ella estaba perfecta y que era una niña sana. El pediatra no había notado nada diferente que le preocupara. En realidad, yo estaba muy intranquila, una vocecita me decía que algo no estaba bien.

Era saludable, no estaba enferma. Tenía una condición que la hace diferente a todos los demás. Y es que todos somos diferentes, ni siquiera los gemelos son 100% iguales.

Ella es ella, única e irrepetible como lo somos todos. Somos un milagro andante.

Los temas de conversación giraban en torno a: “en qué edad tú hijo hizo esto o aquello”, inconscientemente siempre estaba comparando, el punto de comparación era Diana (mi hija mayor). Samira salía mal en la comparación.

Camino a los 16-18 meses, aún no se comunicaba con palabras. Toda la familia se convirtió en su traductor. Cuando ella lloraba, cada uno tenía una tesis diferente: hambre, dolor, sueño, o necesitaba un baño.

Pero sin duda, el hecho de estar viva, sonriente y capaz de sentir el amor de su familia era prueba indiscutible de que otras virtudes esenciales también estaban presentes en ella.

“Su hijo no es menos que nadie. Es diferente” – Jason Davis (Neurólogo).