¿Dejas de ser mujer al convertirte en madre?

Absolutamente No. Creo que mientras más satisfecho estás con tu vida, puedes convertirte en una mejor mamá y en una mejor esposa.

Me dediqué a Samira al 100%; no trabajaba en la calle, pero en la casa lo hacía todo. Un trabajo muy demandante y poco apreciado.

Samira tenía 8 años, había muerto su abuela que durante todos esos años se había convertido en mi fortaleza espiritual y motora. Ella era mi suegra, pero después del nacimiento de Samira ella me adoptó como su hija. Sí, fue exactamente así.

Al faltar Tía Ida (mi Suegra), estaba muy asustada; creía que no podría con Samira. ¡Qué ingenua era! A los 3 meses de haber fallecido mi suegra, y después de algunos desafortunados intentos con personas que ayudaran en la casa, finalmente Dios envió directo a mi puerta a Candy Severiche. Esta mujer se convirtió en una ayuda para mí y para la familia. Comenzó yendo a casa dos veces a la semana, después tres veces, y finalmente un año después se quedó fija.

Ella principalmente ayudaba con Samira, era paciente y entendía todo, ya que ella tenía y aún tiene una hija con una condición médica, que tuvo muchas operaciones. En fin, Candy no solo cuidaba a Samira, adicionalmente era algo así como una nana paramédica.

No tengo dudas de que Dios siempre pone en tu camino a las personas que necesitas; Candy fue una de muchas personas que fueron apareciendo de la nada, unas se quedaron y aún están, y otras están pero ya no me acompañan.

Gracias a esa ayuda comencé a trabajar en un negocio familiar, del que no sabía nada. Pero lo hacía desde casa a mediados del año 2000. Ese tiempo fue bueno, finalmente fui descubriendo que lo que hacía a nivel laboral, cada día me gustaba más. El trabajo sustituyó a los libros, descubrí que mientras trabajaba, no era la mamá, era simplemente yo: Frangie y nada más.

Recuerdo muy bien esa época, ese tiempo fue el de trabajar duro para conseguir metas que deseaba. Ir consiguiendo una cosa y luego otra, fue aumentando la confianza en mí. Entonces podría decir por mi experiencia, que, sí se puede tener una vida llena de alegría, desafíos, pero también de proyectos. Las metas no tienen que ser extraordinarias e inalcanzables, cualquier cosa que te haga sentir vivo y motivado, en mi caso funcionó. Cultivar y cuidar a las amigas que tengo, ellas sin duda son parte de mi historia.

Hoy a mis 54, estoy haciendo un balance lo que hice hasta ahora. Tuve aciertos, y desaciertos. Concluyo
que me siento sumamente agradecida por todo, por lo que yo creía que era malo, y terminó
reconciliándome conmigo misma, pero sobre todo con Samira.

“La vida es una sucesión de lecciones que uno debe vivir, para entender” – Ralph Waldo Emerson.